SARKOZY – Su nueva visión

Es notable  que en Francia, país que rinde culto al  libre pensamiento en materias morales, Nicolás Sarkozy ganara la presidencia reprochando lo que llama la destrucción de las referencias morales en la política, la economía y la educación. Propuso empezar a equilibrar derechos con deberes, y revalorizar ideas como nación, autoridad e identidad.

A los neoliberales extremos les recuerda que los objetivos económicos son un instrumento, no un fin. Pero sus dardos principales son para la izquierda, “esos herederos de Mayo del 68 que están en la política, en los medios, en la economía, que le han tomado el gusto a los privilegios, que no aman a la nación porque no quieren compartir, que pretenden defender los servicios públicos pero que jamás veréis en un transporte colectivo, que aman la escuela pública pero a sus hijos los llevan a colegios privados, que siempre excusan a los violentos, nunca defienden el orden”.

Sarkozy recién empieza su mandato y está por verse en qué se traduce su discurso en la práctica, cómo hará para restablecer los deberes individuales. El Estado francés es de un centralismo muy atípico en el mundo occidental, que incluye la enseñanza: de Francia proviene la educación centralizada, el bachillerato igual para todos y realizado el mismo día, y la Académie Francaise controla una pureza idiomática que combate los extranjerismos incluso en la moderna tecnología como el software.

En Francia se inició el Estado burocrático centralizado, un tipo de modernidad a la que condujo la revolución francesa. Un camino diferente al que siguió Gran Bretaña, con su democracia parlamentaria, uno de cuyos principios fundamentales fue que ningún impuesto podía cobrar el rey sin aprobación del Parlamento,  ni derogar leyes sin el acuerdo del legislativo. Francia tenía una de las monarquías más absolutas, y tras la revolución construyó un Estado democrático también muy fuerte y abultado, que ha servido de modelo a países latinoamericanos y en que el concepto es que la modernización se impone desde arriba.

La Ilustración y sus philosophes, entre ellos el más destacado  Francois Arouet (Voltaire) privilegiaron por sobre todo la razón, y sus críticas al poder provenían de un rechazo a un Estado absolutista. Sarkozy ha hecho ver que la izquierda se adueñó de ese Estado todopoderoso.  Por eso llama a terminar con impuestos que benefician a los que los cobran, sin trabajar. Y, curiosamente, ganó diciendo que quiere crear una ciudadanía de deberes, luego de derechos. Desde un punto de vista populista, sería un discurso políticamente incorrecto.  Por eso, su triunfo podría indicar que algo está cambiando en Francia.