Durante su primer mandato como presidente de Perú (1986-90), Alan García nunca se opuso a los Tratados de delimitación marítima con Chile. Y nunca habló de trazar un nuevo mapa. Esa presidencia de García podrá ser recordada por el descontento social, por la hiperinflación de 7.483%, por dejar a su país en la bancarrota, o por haber sido él mismo acusado de millonaria corrupción, pero nadie podría decir que durante su gobierno Perú dejó de usar las aguas del Pacífico en la forma en que lo estipulan esos acuerdos tripartitos que también firmó Ecuador.
Por eso, cuando un presidente reconoce un Tratado, y luego en su segundo gobierno desconoce el mismo documento, actúa con una falta de seriedad enorme.
Esa falta de seriedad le podría jugar en contra a Perú en momentos en que hace esfuerzos por atraer inversionistas y lograr acuerdos de libre comercio estratégicos como el que está por firmar con EEUU. La inestabilidad social (endémica en Perú) y la falta de seriedad internacional (por el irrespeto a Tratados firmados y ratificados) son puntos en contra. La comunidad financiera tomará nota de que mediante un decreto, el presidente de Perú pretende modificar unilateralmente la cartografía que establece el límite marítimo con Chile, acordado en los tratados de 1952 y 1954, corroborado y señalizado en los acuerdos de 1968 y 1969, y ratificado por una práctica sostenida de ambas partes por más de cinco décadas.
Si Perú puede lo más (desconocer un Tratado limítrofe) podría lo menos (desconocer cualquier acuerdo comercial).
El presidente García fue elegido en junio del 2006 con 52,6% de los votos, hoy tiene un 35%. Su antecesor Alejandro Toledo cuestionó el límite marítimo cuando bajó su popularidad, y García tiene fuerte oposición de Ollanta Humala y otros sectores. Además, la cancillería peruana siempre organiza una ofensiva antichilena cuando las autoridades de Santiago conversan con las de Bolivia, no quiere acercamientos chileno-bolivianos. Y complica así, de un plumazo, la estrategia que se venía desarrollando entre Chile y Perú, consistente en encapsular los asuntos limítrofes para avanzar en muchas otras materias en beneficio de sus pueblos, como la ayuda chilena en estos momentos en que los peruanos están sufriendo los efectos de un fuerte terremoto.
Tamaña iniciativa nacionalista peruana viola el Derecho Internacional, que estipula que los límites entre Estados sólo pueden ser establecidos por acuerdo entre las partes o por un tribunal internacional. Y lesiona el principio de la estabilidad de las fronteras, y el de la intangibilidad de los tratados. Sin esos principios, ningún país puede vivir en paz.
A Chile sólo le cabe ser firme en lo jurídico, paciente en lo político, y atento en lo naval, para impedir que algún buque vecino pretenda concretar en la práctica, lo que su mandatario dibuja en el papel.