La forma de relacionarse de los seres humanos cambió desde que hace 25 años salió al mercado el primer computador personal (PC) y hace 15 años la World Wide Web, conocida como Internet. Esa revolución tecnológica que modificó las comunicaciones y el acceso a la información, ha traído impactos culturales aún difíciles de dimensionar. Recién se inauguró una versión de Windows en mapudungun, como una herramienta para conservar la lengua del pueblo mapuche: lo ultra moderno para salvar lo ancestral.
Y la ONU organizó el Foro de Gobierno e Internet, para estudiarlos nuevos problemas mundiales relacionados con la web como pornografía, spam, y las estafas en la red o phishing.
Internet tiene más de mil millones de usuarios y ese número aumenta rápido por la creciente incorporación de China. La influencia de Internet es tal, que en todas las disciplinas humanas hay un antes y un después. En Ciencia Política el concepto de Estado-Nación está hoy marcado por las permeabilidad de las fronteras debido a la información que fluye por la red. Y la nueva economía, que se inició como una burbuja especulativa, ya vivió las correcciones necesarias y hoy no se concibe el mundo económico sin las posibilidades de eficiencia e innovación que aporta la web.
En insoslayable el análisis de la brecha digital que separa a quienes se quedan al margen de las nuevas tecnologías. Por eso es destacable el esfuerzo que está realizando el investigador del MIT Nicholas Negroponte para desarrollar computadores baratos para masificar su uso en países pobres. Por ejemplo, ya el gobierno de Libia llegó a un acuerdo con “One Laptop per Child”, un grupo dedicado a aportar computadores para la educación. En el 2008, más de un millón de niños libios se podránincorporar al mundo digital. Desgraciadamente, al gobierno de Chile no le interesó ese proyecto.
One Laptop per Child demuestra la importancia de la sociedad civil para crear puentes entre las culturas, y vencer lo que se temió como choque entre civilizaciones.
En Chile, cifras oficiales indican que sólo un 15 por ciento de los hogares tiene acceso a Internet, en su mayoría perteneciente al sector de mayores ingresos. Comparado con otros países de la región, Chile tiene cierta ventaja en esta materia, pero es insuficiente: el 50 por ciento de los chilenos se siente ajeno al mundo digital. La inserción internacional para alcanzar el desarrollo hace necesario que se sumen políticas públicas e iniciativas privadas para que más chilenos accedan al nuevo paradigma tecnológico que ha cambiado al mundo.
La influencia de los ciudadanos anónimos
La Revista Time eligió como personaje del año 2006 a “You”, es decir a usted, a cada uno de nosotros. Quiso destacar que no hay un protagonista más importante en la llamada nueva democracia digital que la suma de cada uno de los usuarios de Internet, que están cambiando el mundo.
Las tecnologías de la era de la información han hecho posible que la especie humana hoy puede “habitar” un mundo virtual. Como lo hemos dicho antes, se trata de un cambio de paradigma radical en la forma de relacionarse de los seres humanos, y en la organización de los Estados.
En 1648, tras la Guerra de los Treinta Años, se firmó en Europa la Paz de Westphalia, que dio pie al sistema de Estados territoriales, con fronteras, autoridad única que lo representaba también en el exterior, y se entendía que ninguna autoridad estaba por sobre los Estados. Pero la revolución informática, Internet y el ciberespacio han significado un cambio de poder como nunca lo había vivido la humanidad en forma tan rápida. Y ya nadie tiene el monopolio de la información, ni siquiera el Partido Comunista chino. Los cambios radicales que vive China se explican por este nuevo paradigma que es la informática, en que recursos claves como dinero, información Y cultura ya no tienen fronteras.
Las nuevas tecnologías han alterado todas las jerarquías y se saltan las instituciones. Las redes sociales que se crean a través de Internet sólo responden al interés de cada una de las personas que participan. Millones de personas pueden formar grupos de interés o simplemente sumarse a esta democracia digital con sólo un click. En este nuevo mundo de relaciones horizontales cualquiera puede plantear una idea, y el “mundo la oye”.
Y entre las ideas que el mundo oyó, está por ejemplo la del cambio climático y las consecuencias de la falta de respeto al medio ambiente, que los gobiernos soslayaban pero que unió a millones de cibernautas para exigir un cambio de actitud. Es un ejemplo de cómo el mundo virtual puede influir en el mundo real.
Pero hay un aspecto aún no suficientemente estudiado: sospecho que en el futuro, la revista Time deberá sacar en portada, como tema del año, la identidad. Porque ser ciudadano del mundo es demasiado amplio, diluye el sentido de pertenencia que es básico para el equilibrio emocional. La consecuencia es que en ninguna época anterior los seres humanos habían estado tan comunicados, y a la vez tan solos.
En un cambio radical que tomó sólo una generación, asistimos a un nuevo modelo o paradigma que nos remece como seres históricos que somos. Nuestros valores, principios y creencias son un legado de generaciones anteriores. La revolución tecnológica ha removido todos los referentes y principios que requirieron muchas generaciones para establecerse como verdades en nuestras mentes. La globalización afecta los conceptos de familia, patria, Estado-nación, soberanía, cultura y tantos otros que conforman nuestra identidad. Han sido superadas las barreras de espacio y tiempo, porque las nuevas tecnologías nos permiten estar todos comunicados e informados al mismo tiempo y en cualquier lugar. Esto es único en la Historia.
Al iniciarse esta nueva etapa de la humanidad, tendrán que crearse nuevos referentes e instituciones, y sobre todo una nueva actitud política. Si la sociedad industrial exacerbó la competencia, la sociedad globalizada deberá promover la solidaridad, la cooperación y el encuentro con el “otro” que tiene una religión y una cultura diferente. Porque hoy ese otro esta más cerca. Ya no es posible, con las nuevas tecnologías, pensar en mundos aislados como lo fueron la sociedad china y la rusa soviética. La URSS con su ideología comunista se desplomó porque no captó el espíritu de los tiempos o Zeitgeist, la fulminaron las nuevas tecnologías que permearon sus muros físicos y fronteras mentales.
El gran valor que está en juego en estos cambios mundiales es el concepto de Libertad.
La libertad, como se entiende en Occidente, es el resultado de un enorme esfuerzo milenario: incluye la filosofía que nos legaron los griegos que se preguntaban por el sentido de la existencia y separaron el mito del logos; el Derecho que nos aportaron los Romanos para regular la vida civilizada con normas que limitaron la discrecionalidad del gobernante; el concepto de asamblea que nos entregaron los germanos para dar legitimidad a las autoridades y garantizar el respeto a los gobernados, de donde deriva el parlamento moderno.
Todas esas libertades que tras muchos siglos condujeron a lo que entendemos en Occidente como democracia política y libertad económica, enfrentan hoy una amenaza difusa, porque no son comunes en otras culturas; claramente la incorporación de China al comercio mundial no va aparejada con el respeto a esos conceptos. Es rol fundamental de la política hoy enfatizar la libertad como un gran logro de la humanidad, y el respeto al Derecho Internacional.
Por eso en un mundo globalizado y fuertemente influido por la web, la política adquiere una nueva dimensión. En momentos en que la humanidad está viviendo el cambio más veloz de su Historia, se necesita volver a pensar, como hacían los griegos, en el sentido de la vida y de la política. Y ese sentido no puede ser una competencia feroz por el dominio económico. Esa es una visión antigua, de la época industrial. Hoy el desafío es mucho más elevado: se trata de crear las nuevas condiciones políticas para que la libertad, ese gran logro de Occidente, fuente de todo progreso económico, político y cultural, pueda expandirse con las nuevas tecnologías en la era de la globalización, en vez de verse limitada por la fuerte irrupción de otros referentes culturales.