Argentina ante dos modelos

El 28 de octubre Argentina decidirá su rumbo para los próximos 4 años. Para muchos,  lo que está en juego no es sólo si llegará Cristina Fernández de Kirchner al poder, sino que una definición entre dos modelos: el republicano y sus instituciones, o la eterna sucesión de los Kirchner.

La gran ventaja del kirchnerismo es que, aunque dividido internamente, acude unido en torno a su candidata a esta elección presidencial, en cambio la oposición es débil y dispersa. Por eso es poco probable que surja en el corto o mediano plazo alguien capaz de enfrentar con éxito la hegemonía del matrimonio  Kirchner, cuyo plan es sucederse mutuamente en sucesivas elecciones, casi como una monarquía.

El tema es de más largo plazo. Todavía la sensación de bonanza económica es decisiva, pero en el futuro, cuando las debilidades estructurales de la economía que Kirchner no corrigió se hagan  sentir, podría llegar el tiempo de un Mauricio Macri u otro político opositor.

Néstor Kirchner sabe que el rechazo que tiene en su propia provincia de Santa Cruz  es un presagio: hasta el más poderoso de los líderes suele decaer cuando pierde la confianza del electorado que más lo conoce.  Aún los Kirchner tienen muchos votos nacionales. Pero ha sido tal la concentración del poder por parte del presidente, que sectores cada vez más grandes están empezando a exigir cierto respeto por los opositores, elecciones provinciales limpias, y la posibilidad de fiscalizar al gobierno desde el parlamento, la justicia y la prensa.

Los primeros síntomas de grave descontento partieron hace un año en Misiones, y han continuado sin parar con diversos estilos. Desde graves disturbios provinciales hasta las críticas del  ex ministro Roberto Lavagna, Elisa Carrió o Ricardo López Murphy. Todos demandan básicamente mayor honestidad y respeto por las instituciones.

No es raro que en las emblemáticas ciudades de Rosario, Córdoba y en la propia capital, el kirchnerismo haya perdido tantos votos. La clase media urbana, que en Argentina es culta, al principio sólo pedía gobernabilidad tras años inestables, pero ahora empieza a exigir verdadera democracia y el fin del estilo autoritario de Néstor Kirchner. Se suman la mal administrada situación energética, el manejo de los precios, la vinculación con Hugo Chávez y el poder de personajes tan cuestionados como el  ministro Julio de Vido.

La esperanza es que, de resultar elegida, Cristina Kirchner trate de diferenciarse. Y que  oiga el clamor popular por una democracia más respetuosa.