La batalla por los polos

Rusia es actor primordial en el escenario mundial, con influencia en los principales focos de tensión como Irán, Corea del Norte y el Medio Oriente. Y es un socio estratégico de la Unión Europea, a la que entrega  el 50% del gas que importa.

Pero entenderse con el presidente Vladimir Putin no ha sido fácil para los europeos, pues Moscú quiere mantener una influencia desmedida sobre los estados que fueron soviéticos. Además ha enfrentado tensiones comerciales con Suecia, Italia, discusiones con EEUU por la defensa antimisiles, y problemas de espionaje en España y Gran Bretaña.

Ahora Rusia ha llevado las disputas al Artico. Hay cinco países que reclaman propiedad a Naciones Unidas sobre el Polo Norte (Rusia, Noruega, EEUU, Canadá y Dinamarca por Groenlandia). Esas aspiraciones han crecido por los deshielos que han dejado más accesibles las enormes reservas de gas y petróleo. Con esto, el problema del reparto del Polo Norte -que estaba literalmente congelado- está cada vez más candente con el calentamiento del mar y los deshielos. El servicio geológico de EEUU afirmó que el Artico alberga un 25% de las reservas inexploradas de petróleo y gas. Noruega ya inauguró en Hammerfest, su ciudad más al norte, la mayor planta de gas de Europa. Y muy cerca, la empresa rusa Gazprom inicia el yacimiento de Stockman.

La cordillera submarina de Lomonosov recorre todo el Artico, y en uno de sus montes Rusia instaló su bandera el 3 de agosto de este año, reclamando así soberanía. De este modo, Putin se adelanta para asegurarse, porque se estima que entre el año 2040 y el 2070, gran parte del Polo Norte quedará libre de hielo durante el verano.

Es muy probable que también haya disputas respecto a la Antártica (que en griego quiere decir lo opuesto al Artico). Siete de los estados miembros consultivos del Tratado Antártico mantienen reclamos sobre importantes sectores del territorio antártico: Chile, Argentina, Nueva Zelandia, Australia, Francia, Noruega y Gran Bretaña se reconocen mutuamente sus reclamos antárticos; Estados Unidos y Rusia rechazan cualquier reclamo  pero se reservan el derecho a hacerlo si otros estados hacen efectivos los suyos. Los demás países y  Naciones Unidas  no reconocen esas aspiraciones  territoriales.  Existe un “congelamiento” permanente de los reclamos de soberanía que fueron hechos valer antes de la firma del Tratado, lo que impide durante su vigencia que se hagan nuevas reclamaciones de soberanía.

Pero la bandera rusa instalada por órdenes de Vladimir Putin bajo los hielos del Artico, indican que la batalla por los cascos polares ha comenzado, y que será un creciente foco de conflicto internacional.