Dar se ha convertido en un importante fenómeno social en el mundo. El caso de Bill Gates que donó gran parte de su fortuna para ayudar en Africa, o Warren Buffett, el segundo hombre más rico de EEUU que entregó el 95% de su dinero a la fundación de Gates, han tenido impacto incluso para EEUU, donde la filantropía es parte del sistema y una de las mejores características de esa sociedad libre. No existió la filantropía en el sistema comunista de Mao ni la hubo en la ex URSS. Y tampoco es una práctica muy difundida en la historia latinoamericana.
Se ha ido imponiendo en el mundo el concepto de eficiencia emprendedora en la filantropía, es decir, la asociación de buenas ideas con la eficacia empresarial para resultados concretos.
En el 2006, los privados norteamericanos donaron voluntariamente el equivalente a un 2 % del PGB, 300 mil millones de dólares, en iniciativas espontáneas de ayuda comunitaria. Ya en 1835 Alexis de Tocqueville observaba esa tendencia a buscar soluciones desde la comunidad en vez de depender del Estado.
El nuevo concepto de filantropía en EEUU y en el mundo tiende a valorar las soluciones y aportes que surgen desde la sociedad civil para llegar a los más necesitados. En 2006 Muhammad Yunus obtuvo el Premio Nobel de la Paz por crear el banco Grameen para dar créditos a los más pobres para sus proyectos de pequeña empresa. En el 2004, el Nobel de la Paz fue para la keniana Wangari Maathai, quien mejora la vida de las mujeres africanas promoviendo plantar árboles para conservar la calidad del suelo y el agua. Son ejemplos más visibles de miles de iniciativas de ciudadanos privados que están modificando la forma de enfrentar los problemas sociales.
Siempre han existido personas e instituciones dedicadas a ayudar, pero lo distinto hoy es la idea de dar la oportunidad de ayudarse a sí mismos. El fortalecimiento de la sociedad civil a través de Internet, incluso en China, permite que miles de ciudadanos se conecten para compartir sus inquietudes. Aunque cada uno dé pequeños aportes, las sumas son enormes. Las ONG de ayuda son más eficientes que muchos gobiernos para llegar a los más pobres.
El mercado, con todas sus ventajas, no siempre llega a los más necesitados, por lo que el desafío de los filántropos modernos es unir a privados y al Estado para permitir el encuentro clave entre las necesidades sociales y la eficiencia empresarial. De eso trata el libro “Giving” de Bill Clinton.
Lo más importante ha sido el cambio de concepto. Ya no se trata de recibir, sino de dar. Hasta el más pobre puede dar algo, su tiempo, su esfuerzo, su creatividad, para ayudarse a sí mismo y a su comunidad. En la nueva filantropía todos importan, y los proyectos comunitarios se traducen en progreso con dignidad.