Chile ha vivido en los últimos días dos acontecimientos importantes: el gran acuerdo entre gobierno y oposición para reformar la educación, y la Cumbre Iberoamericana para la búsqueda de una cohesión social. El acuerdo refleja una actitud que ha permitido a Chile tener instituciones relativamente estables para lo que se estila en la región. La cumbre en cambio, será recordada por el fuerte intercambio verbal entre el presidente venezolano y el rey español, y entre los mandatarios de Argentina y Uruguay.
Aristóteles decía en La política que una iniciativa legal sólo sirve si realmente termina por encarnarse en la sociedad bajo la forma de un hábito colectivo. Y por eso aconsejaba a legisladores y gobernantes no aprobar leyes o iniciativas sin estar seguros de que las podrían hacer cumplir, de lo contrario se desprestigia el concepto mismo que se persigue.
En el mundo anglosajón, el enforcement o hacer cumplir la ley es muy valorado en el sistema. En Latinoamérica en cambio, lo que nos gusta es el anuncio, y tal vez sea una herencia del antiguo Imperio español: la corona dictaba leyes sabias, de elevadas intenciones, pero la práctica de ellas en América por los propios colonizadores españoles dejaba mucho que desear. En nuestra región las leyes se acatan, pero no se cumplen. Rara vez llegan a ser un hábito colectivo.Por eso en esta región en vez de prosperar los buenos propósitos de las cumbres, proliferan los caudillos, como Hugo Chávez y su “república” bolivariana.
A diferencia de un régimen absolutista, la república tiene poderes independientes, ejecutivo, legislativo y judicial, que se controlan recíprocamente. Pero el presidente Chávez sabe que en estas latitudes basta con anunciar para exigir legitimidad. En forma menos obvia, el presidente Kirchner también ha concentrado el poder. Y ha aceptado los aportes de Hugo Chávez. Argentina se llama federal, pero el centralismo es hoy muy marcado por un presidencialismo exacerbado.
Junto con proponer la cohesión social, la cumbre debió reflejar el peligro que para esa aspiración representan las dádivas de Hugo Chávez. Su ingerencia no es algo circunstancial sino que afecta la noción misma de desarrollo, e incide en la actitud cultural, política y económica de las naciones. Pensemos en Cuba y su eterna dependencia, antes de la ex URSS y hoy de Hugo Chávez.
Los gobernantes que no entiendan que el concepto de desarrollo es integral, que incluye no sólo ingresos (que pueden ser altos por una materia prima como el petróleo) sino sobre todo está fundado en valores de libertad política e instituciones, están condenando a sus pueblos al atraso.