CHINA – Un símbolo doloroso

Quién iba a pensar que la antorcha olímpica, transportada por indefensos deportistas, se convertiría en el símbolo de una enorme movilización internacional, que enturbia la imagen que quiere proyectar la nueva China.

Los gobiernos occidentales enfrentan una difícil definición frente a las evidentes violaciones de los derechos de las personas en China. Dudan entre la defensa de los principios, y el pragmatismo. Buscan códigos  para entenderse con una potencia que, tras terminar la era de Mao en la que la represión era aún peor, está dando el gran salto adelante en materia económica.

La llama olímpica que ha sido transportada en barco por el Canal de la Mancha en 1948, en avión a Helsinki en 1952, a caballo hacia Suecia durante los juegos de Melbourne 1956, que fue transformada en un impulso eléctrico desde Atenas vía satélite hasta Canadá en 1976 y reencendido por un rayo láser, que se desplazó bajo el agua con buceadores cerca de la gran Barrera de Coral en el 2000, que ha avanzado en camellos, canoas y en el Concorde, hoy es símbolo de otro tipo de avance: del que se espera de China, para abrirse al escrutinio mundial en vez de reprimir toda disidencia.

La antorcha olímpica, que recuerda la leyenda de Prometeo quien habría robado el fuego a Zeus para entregarlo a los mortales, está incendiando la política mundial. Hay algo especial en ese fuego que se enciende en un espejo cóncavo con los rayos del sol, cerca del Templo de Hera. Algunos esperan que represente una fuerza que podría generar un cambio en China.

Ha sido penosa la marcha de esta antorcha en el recorrido más ambicioso de la historia de los Juegos Olímpicos, con 137.000 kilómetros a través de 20 países. Hubo grandes  protestas en París y Londres y hay amenazas en el resto del trayecto, que incluye el Tíbet y el monte Everest por primera vez en la historia.

Tíbet está ocupado por el paradójicamente llamado Ejército Popular de Liberación chino. El gobierno tibetano en el exilio exige una  investigación por la represión que en los últimos días ha dejado decenas de muertos. El Dalai Lama, premio Nobel de la Paz 1989, ha explicado que no busca la independencia del Tíbet sino su real autonomía, tal como lo prometió la República Comunista tras invadirlo en 1950.

En 1964, la llama de los Juegos de Tokio fue encendida por el corredor japonés Yoshinori Sakai, quien nació en Hiroshima el 6 de agosto de 1945, el mismo día en que sobre esa ciudad cayó la bomba nuclear. Él fue símbolo del renacimiento de Japón.

Este año el presidente chino Hu Jintao inició la ceremonia olímpica en Tiananmen.  Seguramente nunca imaginó que desde esa plaza, donde tantos habían muerto, la antorcha iniciaría un recorrido que se transformaría en el grito de protesta que es hoy.