El agua, elemento estratégico del siglo XXI

Nuestro planeta es apenas un ínfimo punto en la enormidad del universo. Pero es nuestro hogar. Y en él, como decía Tales de Mileto desde que nació el pensamiento filosófico, el agua es la vida. Me parece increíble  que a estas alturas del desarrollo de la humanidad, el cuidado de este elemento esencial recién esté tomando su lugar como gran prioridad política. Es más: en mi concepto, el uso del agua debería considerarse como parte de la ética; y aunque sea necesario ponerle un precio –porque hay que tratarla y conducirla para su consumo- en sí no tiene precio, tiene valor, lo que es distinto.

Como valor vital, el agua no puede ser sólo parte de la lógica del costo-beneficio, sino también del conjunto de normas morales, obligaciones y responsabilidad social que deberían regir la conducta humana y de las naciones. En el siglo XXI los conflictos serán por recursos, y entre ellos el agua es el más preciado.

La población del planeta se triplicó durante el siglo XX, pero el consumo de agua aumentó seis veces. Millones de personas sufren su escasez. El 70% de la superficie terrestre está cubierta por agua, pero el 97,5% de ella es salada. Sólo el 2,5% es dulce. Y de esa agua dulce, sólo el 0,3% está en ríos y lagos, el resto en glaciares, la Antártica y acuíferos subterráneos.

Por eso es tan valioso el aporte del libro que acaba de publicar el investigador Cristián Faundes Sánchez, “El agua como factor estratégico en la relación entre Chile y los países vecinos”. Propone mirar nuestras políticas hídricas con visión de futuro, y desarrollar instituciones y legislación para evitar la ocurrencia de conflictos violentos. Es un estudio profundo,  prologado por Aaron Wolf, PhD del Departamento de Geociencias de la Universidad de Oregon (¿tendremos una sección equivalente en nuestras múltiples universidades?). La clave está en crear instrumentos que permitan mediar para enfrentar los problemas antes de que escalen, y evitar la militarización de las posibles soluciones.

El 25 de febrero de 2007, el diario La Nación de Buenos Aires informó sobre la nueva doctrina militar argentina, llamada “La guerra por los recursos”, la que consigna que un conflicto por el agua dulce es la más posible amenaza para Argentina en las próximas décadas. Es sólo un ejemplo de cómo se está empezando a despertar, en diversos países, consciencia de lo estratégico que es asegurar los accesos a fuentes seguras de agua dulce. Creo que en Chile debemos esforzarnos más por comprender el valioso recurso de aguas prístinas que tenemos. Y no entregar con tanta facilidad enormes territorios a conservacionistas extranjeros, cuyos fines ulteriores y la letra chica de los acuerdos firmados, para la mayoría de los chilenos -me incluyo- son un misterio.