HAITÍ – La extrema fragilidad del país sobrecoge

Haití me sobrecoge. El reciente terremoto ha dejado aún más palpable su extrema falta de institucionalidad en todos los ámbitos, político, sanitario y de infraestructura. La gente está sola en un dantesco escenario.

Visité Haití en la delegación del ex presidente Ricardo Lagos en 2004, recorrí la isla en helicóptero, conocí  sus  pueblos más paupérrimos, estuve en el hotel ahora derrumbado y en el Palacio de Gobierno hoy destruido por el sismo. Hablé con muchos haitianos, observé  sus sonrisas dulces con la expresión de una pasiva entrega a un destino muy triste. El medio ambiente de la isla está arrasado, y sus habitantes me parecieron sin esperanzas.

Visitar Haití fue un aprendizaje tan importante como haber cursado el Magister en Ciencia Política de la UC hace ya años. Porque vi unirse la teoría y la práctica. Constaté la importancia de las instituciones, del Estado de Derecho y de la alternancia en el poder, y los efectos de su ausencia.  Naciones Unidas, Washington y la comunidad internacional tienen en Haití el deber humanitario de ayudar a construir un Estado de Derecho, tema en el que Chile ya hace un esfuerzo notable.

No me canso de escribir en estas columnas que la principal causa de la pobreza en América Latina es la falta de instituciones respetadas. Han sido copadas por caudillos y grupos de poder, e incluso un país con una gran clase media culta como es Argentina muestra una vocación caudillista inexplicable. En América Latina todo se espera de un Estado sobredimensionado, en vez de que se expanda una cultura de emprendimiento que permitiría sacar mejor partido a las riquezas naturales.

Los escritores Mario Vargas Llosa y Jorge Edwards destacaron hace unos días cuán importante es la actual elección en Chile y la posibilidad de alternancia en el poder, porque el país es observado por la calidad de sus instituciones y su democracia consolidada, toda una rareza en América Latina. Chile ha logrado consolidar sus instituciones, aunque aún hay debilidades Haití nos remece. La única posibilidad que tiene de salir de su condición es que logre desarrollar instituciones sólidas. Su sufrimiento debe ayudarnos a tener conciencia de que debemos cuidar nuestro Estado de Derecho.