Lamer nuestras heridas y avanzar

“En una sociedad se consolida la libertad solo cuando sus gentes son capaces de crear las condiciones para hacerla tangible para todos. Eso implica comprender las demandas reales de los ciudadanos…”

Los chilenos hemos vivido una semana de fuertes recuerdos. Ahora debemos encontrar la forma de unirnos para avanzar. Junto con respetar a los que han sufrido más, debemos encontrar puentes para no eternizar la desconfianza si queremos legar a nuestros hijos una sociedad de paz y libertades. Algunos piensan que la libertad es un asunto personal y que cada uno tendrá que ver cómo alcanzar. En religión o psicología puede ser, pero en política, la libertad es un asunto social, porque se expre- sa en relación con los otros.

Hay quienes sostienen que la libertad está ligada principalmente a la economía, para conseguir independencia material. En realidad, se puede tener un PIB maravilloso, como algunos países del Medio Oriente, donde, sin embargo, campean el poder absoluto, las castas, el abuso, la intolerancia. En una sociedad se consolida la libertad solo cuando sus gentes son capaces de crear las condiciones para hacerla tangible para todos.

Eso implica comprender las demandas reales de los ciudadanos. Y las encuestas demuestran que los chilenos aspiran a tener protección frente a los abusos y mayor inclusión social. Son aspiraciones potentes, delicadas y mucho más sofisticadas que las que existían hace solo algunas décadas, cuando se pedía satisfacer necesidades mínimas. En eso hemos avanzado mucho. Felicitémonos, porque se logró con el esfuerzo de todos. Pero ya es repetitivo decir que la sociedad cambió, que los ciudadanos manejan hoy mucha información, exigen sus derechos y también -por falta de educación cívica- suelen olvidar las obligaciones que esos derechos implican respecto de los demás.

En esta nueva realidad, el término inclusión es tal vez el que más pesa. Es un concepto mucho más amplio que el acceso al trabajo y al consumo. Los gobiernos pueden proveer servicios, pero no pueden imponer la autoestima ni el respeto hacia los demás; pueden ayudar a satisfacer necesidades materiales, pero no pueden crear cohesión nacional por imposición. Esta nace desde la sociedad civil misma.

Por algo las naciones más democráticas y cohesionadas, como las nórdicas, les dan enorme atención a los espacios públicos, que son muchos y agradables, porque es ahí donde se produce el encuentro social. Y sobre todo, invierten en educación y formación de profesores, porque ellos preparan el tesoro más preciado de una nación: los niños. En Alemania desde tiempos inmemoriales nada es más respetado que ser Herr Professor , en Inglaterra las familias más cultas tienen algún historiador entre sus miembros, en EE.UU. las cátedras universitarias son todo un estatus en una sociedad que abomina de otro tipo de títulos. Pero como se los admira, se les exige. Los docentes son de una preparación superior.

Es imperativo ayudar a que nuestros hijos hereden un Chile más cohesionado, lo que pasa por desarrollar un clima de paz social y de verdadera libertad, donde la condición de origen no sea una lápida que les impida a muchos niños desplegar sus capacidades. Ojalá podamos avanzar en esto y, simultáneamente, lamer nuestras heridas del pasado.