Cada generación tiene su afán, decía mi padre, y él estaba convencido de que el desafío de la actual es tratar de recuperar al ser humano integral, en vez de sobrevalorar su aspecto económico de consumidor. Yo le argumentaba que así sucedería en forma natural en la actual era de la globalización; porque el flujo de información y la innovación tecnológica tienden a ampliar las libertades políticas y a reforzar la sociedad civil, y por ende, la libertad y creatividad de las personas.
Pero debo reconocer cierta desilusión por una actitud predominante en EEUU, la sociedad más conectada con la era de la globalización. Con lo notable que ha sido la evolución histórica de EEUU hacia una sociedad de oportunidades, también ostenta –al menos sus autoridades, mal que mal elegidas- una mentalidad irresponsable frente a los principales desafíos de esta generación.
En forma lenta y atrasada, recién sus dirigentes empiezan a dar prioridad al tema clave de las nuevas energías y su combinación con el medio ambiente. Y no lo presentan como un gran objetivo generacional asociado a un mundo menos depredador y más consciente del ahorro como virtud, en vez del consumo como objetivo de la vida. No. Para candidatos y autoridades de EEUU, es sólo un asunto de seguridad: hay que dejar de depender del petróleo que proviene de países complicados del Medio Oriente, en vez de presentarlo como un acto de responsabilidad individual y colectiva.
Hoy en día ya no se mide el desarrollo de un país por su “consumo” (despilfarro) energético como aparecía en los almanaques, sino que ahora el dato relevante es cuál es la “huella” ambiental, es decir cuán caro en energía es el PIB. Un país desarrollado es sinónimo de eficiencia energética, no de gasto energético, y eso requiere de ciudadanos mucho más conscientes.
Pero se vislumbra un cambio en EEUU, a pesar de la administración Bush. Mientras hace rato en Europa estos temas tienen prioridad política, por primera vez en EEUU todos los candidatos coincidieron en que hay que reducir la dependencia del petróleo. McCain habla de recompensas a quienes aporten baterías de autos eficientes y no contaminantes, y Obama dijo que invertirá 150 mil millones de dólares en 10 años para impulsar la próxima generación energética.
Son metas complejas, porque implican un cambio de actitud, en la línea del ser humano más integral del que me hablaba mi padre. Los tiempos requieren ciudadanos conscientes en vez de meros “consumidores”, como han sido llamadas las personas por ya demasiado tiempo.