La Crisis Estadounidense

No se entiende que mientras China e India están creciendo como nunca antes, Estados Unidos esté viviendo tamaña crisis financiera. Las autoridades estadounidenses aceptaron hasta más allá de lo razonable que el sistema financiero de ese país estuviera distorsionado por los especuladores y que las reglas del fair play y la transparencia mínima fueran alteradas hasta ese punto.

El economista chileno en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), Ricardo Caballero, dice que Washington no envió una señal clara para “evitar ataques especulativos de los short sellers, inversionistas que venden acciones que no tienen y que luego ganan cuando cae el precio de ellas, que se pasean por Wall Street buscando a su próxima víctima”, los que ganan mientras pierden los millones de trabajadores y jubilados con cuyo esfuerzo los especuladores se hacen sus pasadas.

Hace casi tres años escribí en esta misma columna (“Proyecciones”, 27-12-2005) que mientras el factor chino había disparado los precios de las materias primas, era probable que en el futuro próximo quedara clara la creciente inestabilidad financiera de Estados Unidos.

China con sus ventas masivas acumula divisas, porque su economía no es orientada al consumo sino a consolidar sus cambios internos a través del ahorro; y presta dinero indirectamente a EE.UU. a través de la compra de bonos y otras inversiones.

Dicho de otro modo, Beijing necesita que los norteamericanos consuman para mantener el crecimiento de su propia economía; así, los habitantes de China, que ganan unas 40 veces menos que un estadounidense promedio, están subsidiando a EE.UU., con imprevisibles consecuencias.

Y preguntaba en esa columna del 2005, ¿cuánto tiempo puede Washington aumentar su deuda y su enorme déficit, disimulado entre otros factores por el consumo chino? Bueno, al menos hoy la debacle financiera se sinceró, y sólo falta saber cuánto afectará a la “economía real”, que es el eufemismo que usan los economistas para referirse a los que verdaderamente trabajan y producen, a los que con su esfuerzo sostienen a los especuladores financieros que sentados en sus torres de marfil le ponen precios ficticios al trabajo de los demás, los de la “economía real”, nombre que ratifica que la otra es irreal.

Alexis de Tocqueville (1805-1859), quien escribió “La democracia en América”, un referente en la historia de EE.UU., hablaba de la base moral de ese pueblo, sobre la cual se construyó su democracia, basada en la igualdad de condiciones por la libertad. Me pregunto si eso se cumple hoy en día, si el sistema le garantiza al pequeño y honrado contribuyente las mismas condiciones que al especulador de Wall Street. Si es justo que discrecionalmente el sistema rescate a los “grandes”, y deje a los chicos a su suerte.