La manipulación de Fidel

Los actos en política exterior son, al mismo tiempo, causa y efecto de posteriores consecuencias en el sistema internacional. Una visita de Estado tiene implicancias para el país que deben ser muy medidas y evaluadas. Suponer que una visita a Fidel Castro iba a poder ceñirse sólo a lo acordado en una agenda es no conocer al personaje. La prudencia mínima aconseja no exponerse jamás a una situación en que la iniciativa la tenga un hombre que ha hecho de la manipulación y la intervención el gran objetivo de su política.

Aunque no comparto las ideas políticas de la Presidenta Michelle Bachelet, siempre he pensado y expresado que ella me parece una persona acogedora y sensible hacia los demás y, creía yo, con un natural sentido de justicia. Por eso he quedado perpleja ante su insistencia en acudir a Cuba y su decisión de no reunirse con la sufrida disidencia, pero sí con el régimen que se niega a evolucionar siquiera un mínimo en el respeto a derechos fundamentales desde que asumió hace ya medio siglo, en 1959. Fidel Castro, sólo porque la enfermedad así lo obliga, ha traspasado el ejercicio del gobierno a su propio hermano sin consultar a un solo cubano su opinión.

Acudir a honrarlo no sólo aleja a la Presidenta de una mínima coherencia, sino que constituye un irrespeto a los compromisos de Chile con la cláusula democrática en América.Pero que además la visita haya tenido como resultado la intromisión castrista en asuntos internos de Chile -al exigir Fidel Castro la cesión de soberanía a favor de Bolivia- , y que esa conversación grave y privada haya sido difundida sólo por Castro a espaldas de Michelle Bachelet, quien viajaba en su calidad de Presidenta de Chile, es una ofensa a la dignidad nacional que nuestro país no se merece y a la cual no debió ser expuesto.

El principal factor que hace respetable a un país en el exterior es su cohesión interna, el grado de determinación con que una nación apoya la política exterior de su gobierno. La presencia o ausencia de ese factor intangible pero fundamental se revela en la calidad de la actuación diplomática; el tener un objetivo integrado, y una orientación definida, es lo que da o quita peso en el concierto regional y mundial.El objetivo de la política exterior es servir al interés nacional, definido como lo que un país quiere para sí mismo en favor de sus ciudadanos.Se trata de formular las políticas que más convienen para lograr esos objetivos nacionales en la comunidad internacional.Por eso, los objetivos de una visita presidencial oficial y financiada por todos los chilenos deben siempre responder a los intereses permanentes del país, y no, como en la visita a Cuba, sólo a los de ciertos grupos políticos.