Señor Director:
En países donde la democracia es estable, la oposición tiene tanta responsabilidad como el gobierno. El tema es fundamental, y se puede deducir el grado de cultura cívica de una nación por el equilibrio entre el gobierno de turno y la oposición.
En Gran Bretaña, el Estado le otorga un sueldo al líder de la oposición para que, precisamente, se oponga. Al tener un gobierno en la sombra, mediante el cual la oposición tiene no sólo el derecho sino el deber de pronunciarse en cada una de las materias de gobierno, se logra un equilibrado manejo de los asuntos públicos y se evitan los excesos. No hay derrotados, pues los que pierden la elección tienen que seguir expresando las políticas que habrían adoptado en caso de ser gobierno.
Así el público conoce las posibles medidas alternativas, y gobierno y oposición se ven obligados a un rol moderado. Ese sistema político y jurídico valora lo razonable, repudia la dictadura de las mayorías circunstanciales sean de gobierno o de oposición. Acabamos de observar cómo ante las protestas en Gran Bretaña, el líder opositor estuvo a disposición del gobierno para juntos buscar soluciones.
En nuestro país la oposición tiene un rol institucional muy disminuido e indefinido, lo que la deja a merced de líderes momentáneos que suelen ser contestatarios y en ocasiones irresponsables, como lo hemos visto a lo largo de nuestra historia. Urge buscar un camino político que garantice mejor gobernabilidad a través de una mayor responsabilidad opositora.