En las sociedades democráticas, el carácter y la personalidad de quienes conducen una nación tienen un enorme valor. La actitud de Adenauer contribuyó a dar la confianza necesaria para construir la democracia alemana de post guerra, y la personalidad de De Gaulle influyó para definir el tipo de fuerte poder ejecutivo que existe hoy en Francia.
La señora Merkel -tal vez no por casualidad se llama Angela, del griego mensajera- es muy respetada por su consistencia personal, lo que la ha transformado en una confiable conciliadora dentro de la Unión Europea. Goza de respeto generalizado por su coherencia y reconocida calidad moral. Su capacidad política la combina con una sencillez personal a toda prueba. Crea ambientes relajados y al mismo tiempo elevados y armoniosos.
Angela Merkel ha advertido que Europa pasa por su momento más difícil desde la II Guerra Mundial. Y ella considera que su deber, y el de su generación de políticos, es salvar la unidad tras dos guerras mundiales, hoy representada por la Unión Europea de 27 miembros y una zona Euro que integran 17. Para ella, el Euro es muchísimo más que una moneda: es símbolo de la difícil unidad europea que ha dado 50 años de libertad y paz. Y eso es mucho, si pensamos que cayó el Muro, la URSS, y surgieron nuevos países. Ella quiere perfeccionar esa integración con una mayor fiscalización y sanciones a gobiernos populistas que violen el Pacto de Estabilidad de la moneda, poniendo todo el sistema en riesgo. Su desvelo es hacer reformas estructurales a la UE, para salvarla.
Alemania renació de la guerra como un gigante económico: es el segundo exportador mundial, sólo recientemente superado por China en volumen. Su fuerza -aparte de la confiabilidad de sus productos como los autos y los fármacos- está en las Pymes, en las miles de pequeñas empresas que han surgido como producto de una educación dual, que valora tanto la excelencia de la educación universitaria como la técnica profesional. Y no por casualidad Kindergarten es el nombre con el que se reconoce en todo el mundo la idea de la dedicada formación infantil.
Angela Merkel considera tan importante la paz y unión de Europa, que sostiene que “ los problemas griegos son problemas holandeses, los de España lo son también de Alemania”, su norte es que no sucumba esa unión, sino imponer mayor responsabilidad a cada uno de sus miembros. Hay que pelear esta batalla –dice- junto a Europa, no contra ella.
Es un caso bien extraordinario de responsabilidad política. Sería mucho más fácil pensar sólo en los alemanes e ignorar al resto. Pero ella aprendió que una Alemania fuerte en pleno centro de Europa lleva a tensiones. Por eso, tras el esfuerzo de recuperar a su lado oriental ocupado por la ex URSS y muy deprimido, hoy el gran objetivo de Alemania es una Europa equilibrada y en paz. El titánico esfuerzo exigido a los contribuyentes alemanes podría llevar a Angela Merkel a perder su capital político, pero ella es una estadista: piensa en la próxima generación, no en la próxima elección. No es fácil hoy en día dar con líderes que tengan su ideoneidad para representar todas las sensibilidades de enormes sociedades que delegan en una sola persona su confianza, y la hacen depositaria del poder político y militar.
En el caso de Angela Merkel, su personalidad conciliadora la ha convertido en símbolo de la nueva unidad germana y europea. El poder que eso le otorga no ha cambiado un ápice la tranquila personalidad de esta doctora en física, que en 2005 se convirtió en la primera mujer que gobierna Alemania, y que hoy piensa cómo salvar a Europa de la debacle económica.