Curiosa es la sociedad norteamericana. Al elegir el Partido Demócrata al primer candidato presidencial negro de la historia de EEUU, ese país demuestra una vez más su capacidad de reinventarse. Barak Obama representa una actitud de superación personal, y muy en sintonía con las tecnologías de la sociedad de la información globalizada.
Pero la misma campaña que catapultó a Obama como líder demócrata, dejó en evidencia el otro EEUU, el de los predicadores y de las expresiones pseudos religiosas extremas, que obligaron tanto a Obama como a su rival republicano John McCain a alejarse de sus influyentes mentores espirituales por sus diatribas inaceptables.
Y es que sólo en EEUU se dan batallas como la que existe, por ejemplo, entre creacionistas y evolucionistas, es decir entre los partidarios de la idea del “Diseño Inteligente” que sólo acepta una explicación divina del origen del mundo, y los darwinianos que sin negar a Dios, aceptan los postulados del autor de “La Evolución de las Especies”.
A diferencia de otras sociedades occidentales en que esa discusión se limita a un ejercicio intelectual sin negarse mutuamente, en EEUU los neocreacionistas han recaudado millonarios recursos para neutralizar el impacto que tendrá en 2009 el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin (1809-1882). A tal punto ha llegado esa disputa en el EEUU profundo, que en una decena de estados han existido juicios sobre el tema, y se discute cómo platearlo en los colegios. Si no fuera por la Primera Enmienda de la Constitución norteamericana, que prohíbe a los estados imponer una religión, hoy muchas escuelas públicas en EEUU no podrían instruir sobre Darwin y su Teoría de la Evolución, aunque el propio naturalista inglés fue un devoto cristiano.
Toda esta reflexión para explicar lo difícil que es ser candidato en el melting pot estadounidense, en que coexiste lo más innovador y lo más retrógrado. Sin considerar esos extremos, la campaña presidencial entre Obama y McCain será muy interesante, pues ambos representan dos visiones de EEUU muy distintas, y otro concepto de cómo revivir la economía. Obama ya prometió una expansión de subsidios y aumentos de impuestos a los más ricos para reducir desigualdades, mientras McCain anunció menores regulaciones, gastos gubernamentales e impuestos, para estimular el crecimiento.
Es de esperar que desde sus diferentes posiciones ofrezcan iniciativas elevadas para enfrentar desafíos mundiales como el de la energía o la crisis de los alimentos. Un presidente de EEUU, como ningún otro, tiene la posibilidad de contribuir a solucionar o a exacerbar las turbulencias mundiales.