El nuevo presidente de Chile no tendrá una tarea fácil en materia internacional. Bolivia con Evo Morales introdujo una nueva disposición constitucional para revisar unilateralmente los Tratados limítrofes vigentes. Alan García en Perú impuso una demanda de delimitación marítima que entra en una fase decisiva. Termina el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet en un escenario vecinal cambiante, inestable y desafiante.
El próximo mandatario deberá dar prioridad a la política exterior, que en realidad es política interior, porque sus consecuencias afectan la vida y los intereses de los chilenos, y a lo más propio y permanente de una nación: su territorio.
América Latina sufre una nueva etapa de instabilidad. La promoción durante los años 90 de la democracia y la libertad de emprendimiento tras la caída de los socialismos en Europa Oriental y la ex URSS, ha dado paso a una corriente de neopopulismos estatizantes. Es una involución, un retroceso el que diversos gobiernos hayan vuelto a la receta del estatismo como solución a los problemas, quitando espacios a una sociedad abierta. Los caudillos proliferan, y en parte surgen del vacío que dejaron las reformas incompletas en los años 90, que en general no llevaron a una mejora de la calidad de vida de los pueblos, derivando en una falta de confianza en las instituciones.
Así, las personas han buscado caudillos supuestamente salvadores como Hugo Chávez, sin reparar en que muy pronto éstos clausuran espacios de libertad e instalan soterrados autoritarismos. En su arrogancia, los caudillos y políticos iluminados creen tener derecho a imponer fórmulas preconcebidas a la sociedad, y a detentar el monopolio sobre la verdad. Todo lo contrario de una sociedad en que las personas, no grupos cerrados desde el Estado, debieran ser los protagonistas de la evolución histórica.
Lo más delicado es que esas visiones populistas reincidentes son gran parte de la causa de la pobreza en las sociedades latinoamericanas. En vez de promover una cultura de respeto a las iniciativas personales, a la propiedad, a los contratos, al Estado de Derecho, para que así hasta el más humilde tenga certezas y pueda iniciar un pequeño negocio, el neopopulismo promueve el clientelismo, la dependencia de los favores del Estado, y el rechazo al libre debate de ideas. Tras ellos se esconden intereses y búsqueda de poder, rentas y privilegios para burócratas afines y clientes obsecuentes, algo que todos los días denuncian, por ejemplo, los diarios argentinos mientras los Kirchner intentan arreglar un nuevo período en el poder.
En momentos en que Chile vive un expectante momento político, es imperativo dar una mirada a la demandante situación externa que enfrentará el próximo gobierno.