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El Planeta China

Los chinos saben que la Historia es lenta. Por algo China es el imperio más antiguo de la Tierra, se remonta a las épocas de Babilonia, de la Roma republicana y de la Persia ancestral. Todas esas civilizaciones desaparecieron, mientras China ha prevalecido como entidad política y cultural.

Tener eso en mente ayuda a dimensionar que si bien las reformas que inició Deng Xiao Ping están  alterando la economía china, aún no se sabe cuán hondo han calado en el alma de ese pueblo. Es un misterio hacia qué síntesis se encamina la sociedad china tras el encuentro con Occidente, después de permanecer por milenios en un relativo aislamiento autárquico.

Los periodistas que han llegado a reportear los Juegos Olímpicos de Beijing están molestos por el control de la prensa y la censura que observan en Internet dentro de ese país. Y es que los conceptos de libertad y derechos humanos son muy distintos allá, partiendo por lo que se considera el rol del individuo en la sociedad. En Occidente, el fin es que el individuo alcance su plenitud y su felicidad en libertad.  En China, el individuo sólo se siente realizado cuando toma conciencia de su dimensión social. La persona se considera subordinada a la sociedad;  ir en contra del interés colectivo es perturbar la armonía. Para el chino es un deber aspirar a esa integración colectiva.  Como lo refleja la pintura clásica china, las personas son minúsculos seres en la inmensidad del paisaje y de la armonía natural.

La tradición confuciana enseña que el hombre está naturalmente inclinado hacia la rectitud. Lo que lo distingue del animal es su sentido espontáneo de la moralidad, que supera el deseo individual. Por eso, mientras la educación en Occidente intenta desarrollar la personalidad del niño y prepararlo para la libertad, en China el deber moral de los padres y educadores es que no cometa faltas que alteren el objetivo que es la armonía social.

De ahí derivan formas políticas muy distintas. La democracia tal como la entendemos en Occidente no es valorada en China de igual modo, no tiene una raigambre cultural. Siempre hubo un cierto autoritarismo histórico benevolente, pues a esa sociedad le interesa lograr la Armonía Universal.  Mao deformó esa tradición y usó el marxismo como una forma extrema de imponerla en forma desvirtuada.

La actual globalización es un desafío que probará cuánta de esa subordinación es parte del alma china, y qué porcentaje es una obligación impuesta. Por el momento, las reformas han sido impartidas desde arriba, como ha sido siempre, como ha sido por milenios en el Planeta China.