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La China de Confucio e Internet

La irrupción de China en los mercados mundiales ha sido el fenómeno político más importante del cambio de siglo. Y cualquiera sea el camino que siga China en el futuro, ya ha logrado una creciente desoccidentalización de las relaciones internacionales. El eje económico –y también el cultural- se está trasladando al Asia- Pacífico.

Las razones económicas no bastan para explicar el comportamiento de los pueblos. Los grandes procesos históricos requieren siempre un análisis cultural y sociológico.

Los gobernantes chinos, sean los antiguos empreradores, posteriormente Mao Zedong, y hoy los aperturistas inspirados por Deng Hsiaoping, tienen sus propias convicciones culturales sobre la relación entre el gobierno y la sociedad,  que no cambia. Para ellos la incertidumbre y el caos son el peor enemigo. Sobre todo después de la decadencia de la última dinastía, el colonialismo occidental,  la invasión japonesa, la guerra civil entre Mao y Chiang Kai Shek,  y la revolución cultural de los maoístas extremos. El siglo XX fue un período durísimo para el pueblo chino. No es raro que frente al caos prefieran gobiernos autócratas. Los chinos, como los rusos, han aceptado a lo largo de su historia  que una persona o un grupo ejerza por sí sola la autoridad suprema. Los chinos realmente creen en las bondades de un gobierno fuerte y orientador. Así  ha sido durante  los últimos milenios.  Ellos aceptan una autoridad basada en la filosofía confuciana, que busca la armonía general por sobre el bienestar personal.

Por primera vez  desde la época de los griegos, la cosmovisión occidental tendrá que convivir con la confuciana. Desde que en 1978 Deng Hsiaping introdujera las reformas al sistema maoísta, China está empezando a influir en todos los campos, y las relaciones internacionales ya no serán sólo diseñadas  desde Washington o las capitales europeas, sino también desde Beijing.

China ha sido hasta ahora pragmática, dispuesta a desmantelar gran parte de lo que Mao impuso. Pero hay elementos  de su esencia que no cambiarán. Se ve a sí misma como el reino del medio en la región asiática, y ejercerá su influencia, incluso su fuerza militar como vimos en el Tíbet, si considera que su integridad es amenazada. Como en los tiempos más remotos, China preferirá ejercer su dominio benevolente. Pero no dudará en aplicar la represión si sus intereses son vulnerados.

Con paciencia oriental, esa milenaria cultura está recuperando su tradicional dominio asiático. Y con gran sabiduría  combina tradiciones milenarias con el libre mercado e Internet.  Pero, tal como con Google, pondrá límites intransables, y habrá siempre palabras –y actitudes – censuradas.