Hay muchas teorías de por qué la economía tiene ciclos y no crece de manera continua. Los altibajos periódicos se vienen dando desde épocas bíblicas, y el sueño del faraón, de las vacas gordas y flacas, es un anuncio de los ciclos económicos.
Igual resulta sorprendente que quienes se suponían expertos como Alan Greenspan ni siquiera atisbara lo que se venía, o al menos no lo previera mientras estaba a cargo de la Reserva Federal. Si bien las crisis son siempre algo diferentes de la anterior, en esencia el mecanismo es el mismo. Pero muchos especialistas son tan concentrados en la economía que no se interesan en la historia, ni siquiera en la reciente, por eso creen -y a algunos les interesa que nosotros creamos- en la ilusión de que por fin se ha logrado el crecimiento continuo. Los desequilibrios de la economía norteamericana que ahora todos critican, eran subestimados hace sólo unas semanas.
EEUU hace tiempo viene dependiendo de los préstamos extranjeros. Su déficit en cuenta corriente ha seguido expandiéndose y el 50 por ciento de la deuda federal se encuentra en manos externas. China es su principal acreedor. El más elemental sentido común debería haber hecho prender luces rojas.
La diferencia con crisis anteriores no es de grado sino de naturaleza. Hoy el mercado es global y las soberanías nacionales son limitadas, incluso para EEUU. Es un hecho que el terremoto financiero es planetario y que la recuperación será complicada, por la incertidumbre a nivel internacional sobre los precios de productos tan importantes como los alimentos y el petróleo. Además, una década de bajas tasas de interés estimuló inversiones en áreas cuya viabilidad ahora está en duda. Costará largo tiempo reconstruir un sistema internacional de crédito creíble.
A los factores económicos negativos se agrega la complicada imagen política de EEUU, por la forma arrogante en que el presidente Bush y sus colaboradores han actuado en el exterior. Geenspan y Bush tienen mucha responsabilidad en el descrédito que está sufriendo el sistema de libre mercado que, aún con los defectos que estamos observando cuando se distorsiona, sigue siendo el modelo que permite crecimiento.
Eso no quiere decir que el capitalismo sea, por definición, benévolo o solidario. Y que como toda obra humana no tenga defectos. Pero parece ser superior a otros sistemas, y en él se han inspirado las reformas de China y Rusia tras el colapso de la ex URSS.
Adam Smith en La Riqueza de las Naciones planteó que las leyes del mercado y el trabajo compartido deben conducir hacia un fin último que es “el fin social”, no hacia la especulación y la concentración del capital. Parece que Alan Greenspan y muchos en Wall Street nunca lo leyeron…