Mi querido padre, que murió este año, me comentó muchas veces que no le parecía sano que en una sociedad como la norteamericana el sector de los servicios financieros aumentara tanto a costa del sector productivo; que tanta gente joven y bien preparada abandonara la economía real, o las ciencias o el servicio público, atraídos por las desproporcionadas ganancias del área de las finanzas. Reflexionaba sobre cómo todo eso puede dañar el futuro de un país, porque desvirtúa el concepto de esfuerzo y su relación con la legítima recompensa, y en cambio pone el énfasis en el rápido enriquecimiento personal sin sustento en la economía real. Razón no más tenía a sus 90 años.
Cabe preguntarse porqué las autoridades de EEUU, Clinton, Bush, y el tristemente célebre Greenspan no computaron (o no quisieron reconocer) el desastre que se configuraba. Creo que la explicación es que las “ganancias” de Wall Street eran tan impresionantes, que de algún modo alteraban la capacidad de análisis. Todos, en una forma u otra, estaban ganando con la especulación, y mirar más a fondo requería de una honestidad a toda prueba y de una capacidad de ir contra la marea del enriquecimiento fácil. Encuentro hasta comprensible que muchos privados cayeran en la trampa de creer que el dinero se multiplica gracias a las movidas de personajes de miedo como Bernard Madoff, que embaucó hasta a los más entrenados en las lides financieras. Pero no logro entender cómo por tanto tiempo, tantos iniciados como el propio Greenspan, pudieran mantener desinformados a tantos.
Por eso creo que esta explosión de la burbuja financiera tiene algo de sanador. Tiende a poner las cosas en su lugar, a terminar con los Madoff y los que miraban para el lado en las altas esferas del poder, como Greenspan. Son muchos los cómplices que desde sus destacados puestos en EEUU estaban de algún modo avalando este verdadero despojo de las platas de ahorrantes asalariados cuyos sueldos se mantenían, mientras las ganancias de Wall Street creaba una casta de millonarios falsos. Todas esas ganancias absurdas eran financiadas por los trabajadores y empresarios, los mismos que están perdiendo trabajos y créditos.
Ahora la tarea es hacer comprender que el sistema de mercado funciona, que es el que ha permitido el progreso de las naciones con mayor ingreso per cápita y mejor nivel de vida. Explicar que no es perfecto, que requiere regulaciones que se respeten y se hagan respetar por parte de un gobierno eficiente y subsidiario. Confío en que la sociedad civil de EEUU, espantada por el comportamiento del gobierno, de la Reserva Federal y de Wall Street, muestre su empuje y resuelva reemprender el camino de la producción, la honestidad y la información transparente.