“Para una política exterior exitosa se requiere, además de hacer bien la tarea, saber presentarla vía una diplomacia pública que hoy es tema prioritario en las cancillerías…”
La Cancillería ha dado a conocer un video sobre la demanda de Bolivia en La Haya, en el que se ilustra sobre los argumentos de Chile y los muchos -los increíbles- beneficios que nuestro país otorga a Bolivia. Se trata de diplomacia pública. El respeto que Chile ha tenido por los tratados y el Derecho Internacional es reconocido y es una gran fortaleza. Pero también hay que aceptar que hoy en día, con las redes sociales, existe el tema de las percepciones que se forma la opinión pública, la calle, como suele decirse. Bolivia ha trabajado especialmente ese aspecto, presentándose en todos los foros como un pobre país enclaustrado cuyos males derivan de no tener acceso soberano al mar.
Para una defensa más eficiente de la soberanía y del interés nacional, hoy se requiere una estrategia político-comunicacional. Chile no había sido eficiente en este aspecto, por el defecto de una virtud. Esa virtud consiste en que en Chile no se practica un nacionalismo populista, sino que este es un sentimiento suave, sano: un referente de identidad, no una bandera de lucha contra un vecino. Pero el defecto de esa virtud es que erróneamente hemos creído que el respeto a los tratados bastaría para garantizar la soberanía. Y hemos aceptado estoicamente que se nos vilipendie en los foros por parte de presidentes populistas, y hemos respondido con mesura y con un idioma legal, lo cual es lo correcto, pero hoy no basta. La Paz sistemáticamente trata de introducir en la opinión pública el concepto de que tiene reclamaciones legítimas que incluso denomina derechos “expectaticios”, palabra que no existe, pero que insinúa una esperanza unilateral transformada en derecho adquirido. En cambio, Chile no se ha dedicado a resaltar sus enormes aportes a Bolivia, que cuestan caro cada año. La Paz argumenta, por ejemplo, que el Tratado de 1904 le fue impuesto, cuando en realidad fue ratificado por el Congreso boliviano sin presiones más dos décadas después de terminada la guerra de 1879. Ismael Montes ganó la presidencia de Bolivia ese año 1904 enfatizando el excelente tratado que La Paz había obtenido; su sucesor, Eliodoro Villazón, repitió el argumento para ser elegido, y el propio Montes -recalcando los beneficios que obtuvo Bolivia- fue reelegido en 1913. Y es que, efectivamente, los pagos y concesiones que Chile hizo en esa época fueron enormes, como lo son hasta hoy los aportes que sigue haciendo en los puertos que Bolivia usa en Chile. Eso se explica muy bien en el video. Como hemos dicho antes en estas columnas, para una política exterior exitosa se requiere, además de hacer bien la tarea, saber presentarla vía una diplomacia pública que hoy es tema prioritario en las cancillerías. Recomiendo ver el video “Chile y la aspiración marítima boliviana: mito y realidad” y constatar, a través de la Presidenta y los ex presidentes de Chile, que en política exterior tenemos continuidad y profunda convicción, lo que nos une en un tranquilo y pacífico orgullo nacional.