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Se está produciendo un cambio cualitativo en la política regional chilena

Muchas veces hemos insistido en esta columna en que los tiempos modernos requieren más “soft power”,  la fortaleza del poder blando. El poder duro deriva de imponer la fuerza militar, el blando se refiere al atractivo de influir, de lograr acuerdos de mutua conveniencia.  El poder blando tiende a  convencer, no a imponer. Sin desmerecer la necesidad de mantener una disuasiva defensa militar, los países de nuestra región necesitan entenderse para vencer el subdesarrollo. El notable ejemplo de acuerdos entre Chile y Ecuador va mostrando ese camino.

 Hace seis meses escribía aquí que al próximo presidente de Chile –Sebastián Piñera aún no ganaba la elección- le esperaba un difícil escenario regional. Me parecía entonces que el nuevo mandatario tendría que dar  prioridad a la política exterior,  que en realidad es política interior, porque afecta los intereses de los chilenos y lo más propio y permanente, que es su territorio.

Hoy podemos decir que a pesar del negativo trasfondo de la demanda peruana ante La Haya, nuestras relaciones vecinales y regionales este año han tenido una muy buena evolución. Se ha procedido con prudencia y respeto, y con una visión: los temas del pasado no pueden seguir entrampando el futuro.

A pesar de las diferencias políticas, existe hoy una muy buena sintonía con el gobierno de Argentina. Se ha generado también una sana confianza con Bolivia, sobre la base de sinceridad y transparencia, sin crear falsas expectativas, lo que el propio presidente Evo Morales ha elogiado. Chile ha ofrecido el puerto de Iquique además del de Arica para los productos bolivianos, y existe cooperación en el combate al trafico de drogas.

Con Perú, y pese a la demanda, el criterio ha sido tratar de evitar daños a las políticas de largo plazo que incluyen el comercio y aspectos sociales como la inmigración. Y en Ecuador,  los presidentes Piñera y Correa ratificaron la vigencia de los tratados limítrofes de 1952 y 1954, que Lima pretende desconocer. Ambos gobernantes destacaron así la visión conjunta sobre los límites marítimos plenamente vigentes firmados por Chile, Ecuador y Perú,  su respaldo absoluto a esos tratados internacionales, y –muy importante- elogiaron los logros y la estabilidad derivados de ellos por más de 50 años.

Se está produciendo un cambio cualitativo en la política regional chilena. Es interesante que con Ecuador se analicen proyectos conjuntos en minería, se estudie explorar juntos gas natural en el Golfo de Guayaquil, y se avance en muchos convenios de beneficios sociales y comerciales. Con México y Colombia las relaciones son excelentes. Respecto a Cuba, dentro de un clima de respeto, Chile ha sido claro en su línea de apoyo humanitario a los perseguidos políticos. Y, muy importante, se anuncia una visita del presidente de Brasil a Chile; existe el interés de avanzar en el proyecto de corredores bioceánicos, para conectar Brasil, Paraguay, Bolivia y Chile.

Son noticias muy buenas, porque lo deseable es que, en vez de seguir entrampados en asuntos limítrofes, los países de la región logren una efectiva cooperación hacia el futuro.